La cabeza de Francisco Granados ha rodado estupefacta por las moquetas del Partido Popular de Madrid. Granados vestía para la ocasión un mono anaranjado y llevaba pies y manos encadenados por consistentes grilletes, a imagen y semejanza de los condenados a muerte en algunos de los estados unidos, donde la pena capital sigue siendo una repugnante tradición.
Iba Granados de tal guisa cumpliendo la sentencia ejemplar impuesta por la jefa-presidenta ‘popular’ Esperanza Aguirre, que un día decidió apartar de su vera al fiel Sancho de Valdemoro para quedarse con el Ignacio González del rocín flaco y mechón blanco a lo ‘Antoñete’ pero en la nuca, que se ve menos pero luce igual.
Granados y Aguirre. Foto: http://www.ppmadrid.es/
La defenestración de Francisco Granados se ha ejecutado en dos fases: primero, expulsándole del Gobierno regional de Madrid; y, segundo, destituyéndole ayer de la secretaría general del partido, que se había convertido en su último juguete y que la ‘lideresa’ le ha arrebatado sin piedad.
El motivo aducido para su caída es la pérdida de confianza de Esperanza Aguirre en el que fuera uno de sus hombres fuertes en el Ejecutivo y en la estructura política.
Granados, probablemente, guardaba un hilillo de esperanza de que Esperanza no le fundiese los plomos, cosa que ha terminado pasando.
Todo indica que la maniobra estaba más que decidida en la agenda de la presidenta madrileña desde hace tiempo. Pero la habilidosa política ha esperado a la victoria del Partido Popular el 20-N para no lanzar un torpedo que pudiese provocar daños colaterales que se reflejasen, a su vez, en los resultados electorales, algo que Rajoy no le habría perdonado jamás.
Granados, apartado de sus labores de gobierno, se afanó en hacer pública su posición política desde la secretaría general del partido, invitando, día sí y día también, a los nuevos alcaldes ‘populares’ para dejarse ver, escuchar y notar, al mismo tiempo que se ganaba la complicidad de los primeros ediles esparcidos por toda la geografía madrileña.
Ignacio González. Foto: http://www.ppmadrid.es/
¿Qué futuro le espera a Granados? Es difícil pensar que se quede a verlas venir. Alguien que ha estado tantos años en la primera fila de la política suele ser compensado, por su trabajo y, también hay que decirlo, por lo que sabe o puede saber.
El Canal de Isabel II podría ser un buen asiento para el ex consejero y ex secretario general del PP de Madrid, dado que la compañía del agua que mejor sabe de toda España tiene previsto colocar parte de su capital en manos privadas y salir a cotizar en Bolsa.
Es un lugar al que podría ir; claro está, si a Ignacio González le parece bien, cosa que estaría por ver.
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