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domingo, 10 de marzo de 2013

¡Vaya cagada, Freddy!

Desde la madrileña calle de Ferraz, sede central del PSOE, hasta Ponferrada, capital de El Bierzo, se concentra desde el viernes un nauseabundo olor a mierda que impregna el ambiente. Y es que la tremenda cagada política de los socialistas en la moción de censura al alcalde del PP en el ayuntamiento leonés ha dejado una densa y pegajosa estela, mezcla de torpeza, bochorno, patetismo y vergüenza ajena que lo embriaga todo por completo.Claro, que no todos los actores de esta indigerible pantomima de saltimbanquis tienen el mismo nivel de responsabilidad en el libreto. Por orden, el reparto de presuntas culpabilidades –cual si fueran las apariciones en escena– quedaría así:
- Primer responsable. El secretario de Organización y portavoz socialista en las Cortes de Castilla y León, Óscar López, actor protagonista del penoso espectáculo ponferradino, que reconoció el error cometido a una emisora de radio para despejarle un balón al mandamás de Ferraz y porque no le quedaba más remedio que salir a dar la cara.- Segundo responsable. El secretario general del PSOE, Alfredo Pérez Rubalcaba, supuesto conocedor del pacto –como muestra hoy este periódico– para derribar al PP del Gobierno municipal, que incluía el voto de Ismael Álvarez, exalcalde popular condenado por acoso sexual en el caso Nevenka y líder del grupo de independientes con el que se selló el acuerdo para la moción de censura. Sabiendo el tejemaneje que se cocinaba se limitó a echar más gasolina al fuego cuando desde su propio partido pusieron al PSOE verde por el apaño con Álvarez.- Tercer responsable. El nuevo Alcalde de Ponferrada, el socialista Samuel Folgueral, que ahora que tiene el bastón de mando de la sexta ciudad de Castilla y León no lo suelta ni con aceite hirviendo. Pensará que lo que dice y exige su jefe, Rubalcaba, no es ley en León.- Cuarto responsable. El secretario regional del PSCyL, Julio Villarrubia, que aunque se opuso de frente y por derecho a aceptar el respaldo de un acosador para obtener el sillón consistorial en el municipio de Ponferrada no logró ayer convencer a Folgueral para que renunciase al cargo recién ocupado. Algo que para el palentino es asunto fun-da-men-tal y ne-ce-sa-rio para recomponer la situación y enmendar el torpe paso del partido.Mal que le pese, Villarrubia ha de cargar, porque así toca, con la responsabilidad política que se deriva de su cargo, igual que los tres anteriores.
Y entre medias, a Rubalcaba se le pone cara de azucarillo; cada vez se disuelve más y manda menos. O eso parece.
Cuando en Madrid se abrió la guerra por el poder dentro del PSOE local, el que terminó siendo secretario general del Partido Socialista Madrileño y candidato a la Comunidad Autónoma, Tomás Gómez, contaba divertido cómo entre los críticos se llamaba coloquialmente Freddy
a Alfredo Pérez Rubalcaba, en alusión al maléfico personaje de ficción Freddy Krueger, que arañaba las paredes en Pesadilla en Elm Street y que se metía en los sueños de la gente para hacerla picadillo como un Pepito Grillo cabrón.Alfredo, o Freddy, anda mal de reflejos y la prueba manifiesta es la colosal cagada política de Ponferrada.
¿Trató de aliarse en algún momento Ismael Álvarez con el PP en la capital de El Bierzo? ¿Buscó o tanteó esta alianza el PP? ¿Por qué no trató el PP de frenar el pacto PSOE-Álvarez? ¿O lo hizo y no lo logró?
Importantes dirigentes populares cuentan por lo bajini que en su día en el PP a alguien se le pasó por la cabeza tender la mano al exalcalde condenado por acoso sexual para así gobernar con holgura en Ponferrada. El caso llegó a oídos del líder del Partido Popular en Castilla y León, Juan Vicente Herrera, que contestó con un monosílabo: ¡No!
No todo vale en política; eso dicen al menos los políticos. Pero luego algunos de ellos hacen de su capa un sayo y de sus palabras un inquietante silencio. El Centro de Investigaciones Sociológicas (CIS) dice que los políticos están mal vistos por los españoles. Con cositas como la de Ponferrada, no me extraña, vamos.