A Telecinco se le han revuelto las tripas con tanto vaivén de ‘La Noria’ y ha decidido ingerir purgantes para combatir la presión que siente en el bajo vientre, del que ya han salido escopetados todos los anunciantes del programa de Jordi González por voluntad propia. Debía quedarle a Vasile un Rovi y, en lugar de llevarlo al punto Sicre de reciclado farmacéutico, le endosó, la mitad a ‘Enemigos íntimos’ y la otra parte a ‘Resistiré, ¿vale?’, que sorpresivamente se han caído de la parrilla televisiva como quien tira de la cadena del váter.
Pero no nos engañemos. Todo es parte de una puesta en escena, seguramente bien estudiada y cargada de maquillaje, para salvar los trastos de ¡Sálvame! y, si es posible, de ‘La Noria’, en la que sólo se anuncia ya alguna pitonisa que debiera adivinar, por interés personal, si la rueda va a seguir girando o si sería mejor buscarse otro soporte en el que frotar la bola de cristal o agitar la pata de conejo.
‘Enemigos íntimos’ estaba en la línea dura del espectáculo populista-famosil, capaz de sentar en el sofá a maridos, esposas y suegras, sellando un pacto de no agresión mientras el peón blanquinegro, símbolo del espacio, siguiese en juego. En el caso de ‘Resistiré, ¿vale?’ no he tenido el gusto de sufrir o disfrutar con su puesta en escena, o si lo he hecho inconscientemente no me ha marcado neuronalmente.
En un alarde de búsqueda informativa, con Google como aliado, descubro que la presentadora del programa, Tania Llasera, se ha hecho bastante popular por haber mostrado un seno en un descuido al desabrocharse el vestido. Y digo yo que si se desprendía de las ataduras del vestido debía saber que, probablemente, el carnoso contenido saldría del continente, que es lo suyo, para agrado de los mirones y pajilleros de la red de redes, en la que circula el vídeo del despelote.
La bellísima Llasera palideció al tiempo que los televidentes varones exclamaban desde sus casas ¡Ohhhh! y las damas solapaban un estridente ¡Ahhhhh!
Lo confieso, he visto el vídeo. No he podido resistir mi morbo mediático ante las turgencias de Llasera. A la hora a la que se emitía este show, la presentadora, los invitados o los miembros del equipo de limpieza pueden enseñar, por descuido o no, lo que les venga en gana. Antes, los dos rombos ayudaban a saber qué cantidad de carne, sexo, violencia, sadismo o brutalidad iba a salpicar el televisor. Ahora las cosas son distintas, y lo mismo un colaborador/periodista/tertuliano le soba con descaro una teta a una compañera de bancada que, a su vez, se acuerda de la familia de tal o cual personaje del mundillo rosa que previamente le ha puesto de vuelta y media.
La tele tiene algo de castizona corrala: chismorreo, miserias, ruidos, canciones, bailes, tensiones, mirones y mironas de soslayo y momentos de espera, a la intemperie, para desahogarse en el aseo comunitario.
‘Enemigos íntimos’ y ‘Resistiré, ¿vale?’ desaparecen de la programación de T5. En su lugar, en vez de darle la vuelta al calcetín, tendremos a la mujer que se pone en contacto con difuntos que le transmiten mensajes desconcertantes y una ampliación de ‘Acorralados’. Todo sigue igual. ¡Que no pare el espectáculo!, que diría Fredie Mercury, pero en inglés, que suena más chic.
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