2012 ha sido un año de mierda. Europa se ha empeñado en darnos un curso acelerado de macroeconomía y hemos pasado de hablar en el bar de los regates de Messi al incremento de la prima de riesgo y a las calificaciones a la altura de los bonos basura de algunos territorios españoles.
2012 ha sido un año aniquilador de empleos. La sangría no ha encontrado freno y la cifra de los seis millones de desempleados está a la vuelta de la esquina. Si los datos fuesen ciertos andaríamos a tiros por la calle. Es la economía sumergida, tan típicamente española, la que hace que la balsa no se hunda.
2012 ha sido un año desenmascarador de los políticos nacionales. Hemos visto el 'ocultismo' de Rajoy, los modos tiranos de Montoro, el cielo y el suelo de Soraya Sáenz de Santamaría, el adiós mientras vuelve de Esperanza Aguirre, el independentismo cierdo-sordo-mudo de Artur Mas, el laberinto en el que se ha perdido Rubalcaba...
2012 ha sido una apisonadora contra terrenos sembrados antaño y con vegetación robusta. Se ha recortado en Educación, en Servicios Sociales, en Sanidad, en Cultura... No ha quedado un muñeco con su cabeza y todas las extremidades. Detrás hay una guerra latente que se libra despacio pero sin pausa. Si los que se supone que mandan no son capaces de hallar un equilibrio razonable nos lucirá el pelo (el que lo tenga).
2012 ha sido el del harakiri monárquico. Don Juan Carlos cazó un elefante en el áfrica salvaje y en buena compañía mientras el país estaba que se hacía caca encima por la penosa situación económica. El Rey pidió perdón y prometió no volvr a hacerlo más. Un Rey que pide perdón a su súbditos no gana enteros sino que los pierde; un Rey que se avergüenza de sus actos se pone a la altura del pueblo, aunque precisamente son las diferencias sobre el pueblo las que han permitido a las monarquías estar donde están. Cuando un Príncipe se casa con una plebeya se murieron el romanticismo y la tradición. Los borbones han demostrado ser capaces de alentar el republicanismo con sus actos y equivocaciones.
2012 ha sudo un año navajero contra los medios de comunicación. Los datos demuestran que, en mayor o menor medida, los periódicos pierden ventas en los quioscos (la crisis que no perdona), las plataformas de internet puras y abiertas no dan recursos económicos suficientes para sufragar los gastos de los trnsatlánticos mediáticos y las herramientas en cerrado, como Orbyt, son un presente con futuro por delante que aún ha de cimentar sus posiciones.
2012 ha sido el año de la disolución del poder sindical. La calle ha tomado la palabra y hace saber que si no les representan los políticos tampoco lo hacen los sindicatos. Además, la crisis se ha llevado por delante a cientos de liberados que han regresado o regresarán a sus tajos. Algunos habrán de preguntar en qué calle estaba su empresa.
2012 ha sido un año que tal vez añoremos cuando vivamos en 2013.