Soraya Sáenz de Santamaría ha vuelto a la vida política dispuesta a cortarle las orejas a los que no hagan los deberes para el curso que viene. La vicepresidenta arrancó la Legislatura I y puede que última de la Era Rajoy con más motor que un Ferrari; pero los marrones que se ha tenido que comer la 'pepera' han acabado convirtiendo su máquina de correr en un Simca 1000, donde es bastante más fácil joder que hacer el amor.
A partir de ahora, a Soraya SdS le perseguirán como fantasmas toca-huevos su sesión fotográfica para EL MUNDO que le convirtió en un oscuro objeto, no sé bien si del deseo o no- y su plan para adelgazar administraciones públicas, capaz de competir con las dietas más agresivas para perder peso.
Hay que darle la razón a la vicepresidenta en que en este país de los 17 reinos sobran más cosas de las que faltan. Pero hay que recordarle a doña Soraya que venir ahora con la libretilla llena de anotaciones con todo lo que sobra pone de manifiesto que la política, de la que ella forma parte, ha vivido a cuerpo de Rey o de infante consorte.
Se habla de una reducción de miles de millones de euros como si hubiesen descubierto la pólvora, cuando han estado disparando con munición ajena desde que se aposentaron en las poltronas.
Ahora casi ido sobra. Pondrán una ventanilla administrativa para resolver todo; igual no se habían dado cuenta de la demencia de pasar de funcionario en funcionario como en el juego de la oca, que tiro porque me tocan las gónadas, pelotas, huevos, testículos, criadillas o vulgares cojones.
A Soraya ya le han salido respondones, faltaría más. En primer lugar, los vascos, que oyen que un turista se ha llevado arena de la playa de La Concha adherida en las chanclas y mandan a la Ertzainza en su busca. Ser rebelde cuando la rebeldía es lo que se estila tiene poco mérito.
En Castilla y León tampoco quieren que les toquen a su Procurador del Común ni a sus otros organismos autónomos. Para ello se amparan en el Estatuto, que para algo está. Saben, a pies juntillas, que su función es perfectamente prescindible aunque quien le dé carta de naturaleza sea el texto más importante parido en sede parlamentaria castellana y leonesa.
De ésta, salimos. Aunque siempre puede haber protectores de lo inútil, defensores de lo chusco, amparadores de la sopa boba y guardianes de lo suyo, que es lo ajeno.
Somos más; podremos.