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martes, 16 de julio de 2013

El amanuense de Génova

Los 'papeles de Bárcenas' demuestran que el ex tesorero del Partido Popular es un probado artista caligráfico; todo un amanuense, vamos.

El diccionario de la Real Academia Española da dos acepciones de Amanuense (Del lat. amanuensis):
- 1. com. Persona que tiene por oficio escribir a mano, copiando o poniendo en limpio escritos ajenos, o escribiendo lo que se le dicta.
- 2. m. Escribiente de un despacho, oficina o tribunal.

Mireustedpordónde, la RAE describe con bastante exactitud cuál era el trabajo de Luis Bárcenas en las dependencias políticas de la calle de Génova, un poco más allá de la madrileña plaza donde Cristóbal Colón no hace una peineta con el índice señalando tierra porque no le viene en gana. Digo.

Los amanuenses escribían, valga la redundancia, a mano; como Bárcenas, que llevaba la supuesta contabilidad negra del PP en plan escriba: menganito entrega 'tanto' y a fulanito se le da 'cuánto'.

Chico, y es que el preso más chic de la cárcel de Soto del Real plasmaba fecha, personajillo, concepto y dinerillo sin que se le escapase un detalle. Si hasta a alguno parece que le pagaban trajes y a otro le convidaban a un peluco nuevo. Supongo que porque ya era hora o así.

Bárcenas merecería un monumento a la tradición escrita; un premio a la perseverancia en el uso de la pluma o el boli. Pero, ¡ojo! que la tinta mancha y el mejor escribano echa un borrón... y quién sabe si cuenta nueva.

¿Y si Rajoy dice la verdad?

Luis Bárcenas ha dicho que pagó a Mariano Rajoy una buena pasta; Rajoy asegura que eso nunca ha sucedido. Barcenas está en la cárcel; Rajoy en el Palacio de la Moncloa. Ambos viven su particular encierro que les separa del común de los mortales.

A Bárcenas, el hecho de reconocer en sede judicial haber dado, al parecer, sobres marrones llenos de billetes de 500 euros no le pone en un punto de partida de honor a la hora de tener que defender su trasero de los códigos del Derecho que podrían condenar su conducta.

A Rajoy, por su parte, negar la mayor tampoco le absuelve ante la opinión pública de presuntas irregularidades, por consentimiento, colaboración u omisión. Más bien, decir que no cobró de las manos del hombre que dijo que le pagó un abultado parné le catapulta sin remedio a una guillotina levantada en plaza mayor.

Bárcenas podrá estar más pringado de lo que ha dicho mientras que Rajoy podría ser un alma cándida, como dicen también de ellos mismos que son Cospedal y los demás supuestos receptores de sobresueldos 'populares'.

Rajoy, por suerte o por desgracia, sólo tiene una salida posible: comparecer ante los españoles de forma urgente en la Cámara Baja y dar pelos y señales de su relación con Luis Bárcenas, convenciendo a opinión pública y oposición de que su pasado está impoluto, puede que sólo tiznado por unos 'hilillos de plastilina'.

domingo, 14 de julio de 2013

Diógenes, Bárcenas y los coleccionistas de mierda


Diógenes de Sinope era un griego que le daba a eso de la Filosofía y, de paso, al cinismo clásico, su gran descubrimiento en cuestión de pensamiento.

El tal Diógenes ha dado nombre a un síndrome, bajo el que se encuadran casos enfermizos de acumulación de desperdicios y cosas usadas o inservibles: desde restos de alimentos hasta periódicos dignos de hemeroteca pasando por cacharros, andrajos, cartones y basura, al fin y al cabo, que invade el espacio vital de quienes padecen el mal al tiempo que bloquea sus cerebros.

Luis Bárcenas padecería, a todas luces, una moderna versión del Síndrome de Diógenes, sólo que en lugar de mierda vulgar y corriente, lo que el ex tesorero del Partido Popular guarda como oro en paño son papeles, documentos y SMS antiguos que caen como bombas de destrucción masiva en la sede de la calle de Génova, y que hacen que el ambiente huela tan mal como un estercolero.

Cuando alguien acumula esta novedosa modalidad de heces políticas no lo hace como enfermo psiquiátrico ni como coleccionista disparatado sino como hombre previsor que guarda un arsenal bajo su cama para defenderse de cualquier ataque, venga de donde venga.

Algo parecido parece que le sucedía al ex socio de don Iñaki Urdangarin, un portento a la hora de clasificar y guardar para mejor ocasión correítos con los que ahora se llenan y empalman titulares. No hay mejor defensa que un buen ataque.

Ambos debieron pensar aquello de "guarda para cuando no haya". Y ahora no debe de "haber", a la vista de cómo se va echando mano del basurero del decrépito Diógenes.

¿Cuántas cargas de profundidad puede albergar un hombre que ha conocido todos los secretos de los dineros de un partido, que sabía qué se pagaba y cómo a éste o aquél, quién hacía donaciones y, en su caso, a cambio de qué?

Bárcenas pasará el verano a la sombra, pero otros van a acabar más quemados que la pipa de un indio en sus despachos oficiales. Y sin viajar. Así no gastan.