Trabajadores, emprendedores, sacrificados, constantes, abnegados, serviciales… Son chinos.
También son chinos los talleres (de chinos), algunos trabajos (de chinos), los cuentos (chinos), algunas torturas (chinas), la tinta (china), la comida (china)…
Han salido a la calle, en Madrid, unos 300 comerciantes, pidiendo que se les deje vender alcohol las 24 horas del día, que es donde está gran parte de la pasta que se les escapa de la caja.
Los chinos se han caracterizado por su invisibilidad. Se quejan poco y no sé si oran pero sí laboran, con una sonrisa en la cara.
Ahora se muestran en la calle detrás de una pancarta reclamando derechos; los que tienen como cualquier otro ciudadano que paga impuestos. Todo ello con el respaldo en la trastienda del ‘gigante amarillo’ que compra deuda española, que invierte en este destartalado país y que mantiene vivos, a su manera, los pequeños comercios de barrio.
Dentro de nada, meterán dinero en los bancos, conducirán los taxis, invertirán en comercios (no sólo de ‘Todo a 100’), arrendarán hoteles…
China y los chinos empujan con fuerza. Conseguirán sus objetivos de vender alcohol todo el día. Y más... Tiempo al tiempo.
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