A don Juan Carlos no le ha temblado el pulso y le ha cortado la cabeza al yerno “poco ejemplar” que, presuntamente, se llevaba euros que no se debía llevar.
Antes era el pueblo quien le cortaba la testa a monarcas y a su parentela. Ahora, la guillotina la acciona el propio Rey.
Urdangarin ha perdido, metafóricamente, su jeta, que ha ido a caer al cesto de mimbre que acompaña a toda guillotina que se precie.
Que alguien robe o se apropie indebidamente de dinero entra dentro de lo común. España sabe un rato de corruptos políticos y trincones aventajados. Pero que la realeza (consorte o no) te guinde la cartera no es de recibo.
Urdangarin ha puesto a la Corona en un serio aprieto y ha dado un zarpazo a la integridad de la Familia Real. Ahora es un apestado.
El Rey ha hecho cirugía invasiva. Pero mucho me temo que este cáncer aún puede hacer mucho daño.
A Juancar nunca le tembló la mano a la hora de 'guillotinar' a los otros. Lástima que el verbo no admita el reflexivo.
ResponderEliminarMalvada.
ResponderEliminar