Lo del yerno del Rey es de traca. Al margen de las posibles responsabilidades judiciales en las que se pudiera ver envuelto don Iñaki Urdangarin, lo más detestable es la actitud de prepotencia con la que está actuando.
La posición como esposo de una Infanta que ocupa un lugar en la línea sucesoria al trono le obliga a ofrecer explicaciones sobre el entramado económico del que supuestamente se habría beneficiado; no un comunicado ramplón en el que la culpa la tienen los medios.
También doña Cristina debe hacerlo; es difícil pensar que la hija menor de los Reyes desconociese la generalidad o el detalle de lo que se está publicando en el diario EL MUNDO y que tiene por protagonista principal a su marido, al que le cayó del cielo un 'ducado' como pudo caerle un 'marlboro'.
Que don Juan Carlos y doña Sofía supiesen de estas actividades es otro cantar, aunque no sería de extrañar que la Casa Real llevase un discreto control sobre las actividades de los hijos del Rey para impedir resbalones indeseados.
Nos enfrentamos a tiempos duros. Lo ha dicho el Rey y razón no le falta.
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