La política catalana se ha puesto muy perra. Artur Mas se ha convertido en un leproso al que delatan las campanillas cuando se acerca. Cómo será la cosa que hasta Antonio Baños ha hecho un 'Houdini' para desaparecer del mapa, como un escapista.
A Mas le cuelga ya del cuello el cartel de expresidente y, a no mucho tardar, a la voz de tatachán, se desvanecerá en el ambiente de una noche estrellada.
El 'molt honorable' está más solo que un caganer detrás de una palmera del Belén pero se resiste a reconocer que Cataluña es posible sin Artur Mas. Así las cosas, se abren tres opciones para desbloquear la madeja catalana: que Mas haga mutis por el foro (lo que en teatro viene siendo salir de escena, vamos) y deje paso a otro candidato que no dé urticaria; que trate de encontrar in extremis a un par de veletas que le permitan dar un 'tamayazo'; o que convoque elecciones de inmediato.
Me inclino a pensar que Mas ya lo sabe.
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