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miércoles, 5 de junio de 2013

El Messi de Valladolid

La butaca consistorial de Javier León de la Riva tiene más pretendientes que un príncipe heredero, aunque las monarquías padezcan hoy su propia crisis, en la que no intervienen los mercados sino sus propios actos. Estamos hablando del Ayuntamiento de Valladolid, uno de los grandes de Castilla y León y de España, que rige una ciudad apacible, vivible, paseable y disfrutable como pocas capitales de provincia españolas.

Javier León lleva la intemerata de tiempo haciendo uso del bastón de mando, función que alterna con salidas de pata de banco de cuando en cuando, con apogeos absolutamente impresentables como los deplorables comentarios sobre los morritos de cierta socialista que le sugerían al alcalde al menos una lujuria. Unos tienen un morro que se lo pisan.

De la Riva está profundamente desgastado. Algunos procesos iniciados en los juzgados le han hecho mella y, además, los años no pasan en balde, según dicen los que le conocen en las distancias cortas. Cierto es que la edad, en el municipalismo más puro de nuestra democracia, nunca ha sido un handicap para los candidatos. Ahí queda el recuerdo del que fuera regidor de Madrid, don Enrique Tierno Galván, que peinaba cuidadas canas cuando fue inmortalizado mirándole una teta a Susana Estrada y que murió al pie del cañón habiendo apadrinado La Movida Madrileña, que quedó, así, huérfana de padre, de madre y de perrito que le ladrase.

Alguien parece haber colocado en la carrera sucesoria a la consejera de Hacienda, Pilar del Olmo, que ha cobrado relevancia nacional por sus cojones, con perdón, ante el ministro Cristóbal Montoro. Del Olmo, muy probablemente, se metería en el bote a los vallisoletanos con su discurso transparente y con los lagos azules que remansan en sus enormes ojos. Una mujer al frente del consistorio es siempre un guiño en una sociedad muy marcada por el paternalismo masculino.

También sería un caramelo muy dulce para José Antonio de Santiago-Juárez, consejero de la Presidencia y Portavoz del Gobierno de Juan Vicente Herrera. A De Santiago es probable que no le amargase un dulce que supondría ocupar el lugar político que ya ocupara su padre en la casona de la Plaza Mayor de Valladolid y que pondría una guinda a su recorrido en los cargos públicos.

Nadie sabe, llegado el caso, el papel que podría jugar la mano derecha de De la Riva, Mercedes Cantalapiedra, o los que acechan a que uno caiga para revender el ajuar.

De la Riva tiene, con todo, la sartén por el mango, ya que le avala la apisonadora electoral que le ha encumbrado legislatura tras legislatura, y no hay mayor argumento para agarrarse al poder que poner sobre la mesa los podios obtenidos bajo el dorsal del Partido Popular. Y ahí, Javier León de la Riva es el Messi de Campo Grande.





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